Rebelión
Trece años nos separan de 2001. La historia es muy conocida: desocupación y hambre, crisis de representación política, bancos que se llevan los ahorros, piquetes y cacerolas, todos unidos en el “que se vayan todos”. Y en el medio, los ojos de los fotógrafos, gatillando la historia.
Por Ricardo Tamalet y Fabián Gastiarena. Texto: Revista Ajo
“(…) consistente en el levantamiento público y en cierta hostilidad contra los poderes del Estado,
con el fin de derrocarlos” (`Rebelión´ según la RAE)
Mar del Plata amaneció soleada como cualquier otro 20 de diciembre. Pero el clima en la calle era de tensión. Una tensión permanente y penetrante que atravesaba al país de norte a sur desde hacía varios días.
La situación económica, la desocupación, el hambre motivaban que la movilización social fuera constante. Las organizaciones piqueteras cortaban rutas como preludio de lo que sería una aplastante sinfonía. Los sindicatos movilizaban, los estudiantes también. El “corralito” atrapó los ahorros de las clases medias que saltaron a la calle a pedir que les devuelvan lo suyo. Todavía hoy es posible escuchar los martillazos contra las paredes tapiadas de los bancos.
Hubo estado de sitio. Hubo prohibición para andar por la calle. El último manotazo de ahogado de un gobierno en derrumbe ante el avance de la movilización popular. Pero la gente salió igual. En Mar del Plata, también.
El 20 de diciembre de 2001, organizaciones sociales, sindicales y partidos de izquierda comenzaron a concentrarse en las puertas de la Municipalidad. La policía bonaerense debía evitar que el orden público fuera alterado. Reprimió a quienes estaban en la calle expresando su indignación. Incluso a quienes se encontraban sentados manifestándose pacíficamente. Hubo palos en la puerta del Palacio Municipal. Hubo balas de goma, gases lacrimógenos y empujones en Luro y San Juan. Heridos y detenidos. Hubo que correr y escapar para no caer en las manos de quienes tenían licencia para matar.
Un culatazo para el gremialista Hugo Canavessio; un grupo de policías golpea a otro dirigente sindical, se trata de Daniel Barragán. Los dos, junto a Daniel Cesario son conducidos a los patrulleros. El cuerpo agujereado por las balas de goma de un referente del Movimiento de Independiente de Jubilados y Desocupados camina por Luro pidiendo que paren. Hay sangre y confusión. Queda en el recuerdo el accionar del comisario Carmelo Impari.
Fueron días de caos y represión. De fuerza y rebeldía colectiva. Un país diferente se soñó en las asambleas populares que se organizaron en las plazas. Hubo ahí potencia de cambio, de esa que sólo es posible cuando un pueblo vuelve a escribir su historia.
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- 19 Dic 2014