Haroldo Conti se destacó dentro de una generación irrepetible. En 1976 la dictadura lo secuestró y aún continúa desaparecido. Esta crónica es un viaje al río, a su obra y a un modo valiente de entender la creación literaria.
Es el arquetipo del intelectual comprometido con su tiempo y un ejemplo ineludible para el periodismo de investigación. Pero antes de eso, fue un escritor de cuentos extraordinario. En octubre de 1953, con la publicación de su primer libro de relatos, comenzó a desarrollar su faceta menos explorada. Viaje al interior de la ficción walsheana.
El libro-objeto es una pieza material cargada de simbolismo y de fetichismo. Da estatus y conocimiento. Qué se edita, qué nos gusta y qué nos imponen. Algunas preguntas se pueden dilucidar, otras no.
Durante el verano, la céntrica calle Rivadavia se convierte en peatonal y en ella convive una ecléctica cantidad de espectáculos a la gorra. Los turistas, encandilados, asisten masivamente. Un periodista se sumergió una noche en este “circo desnudo” y lo retrató para Revista Ajo.
Un extrabajador del diario El Atlántico viajó por Europa imitando a los “adelantados” europeos que llegaron a nuestra América, pero sin la cruz ni la espada. A continuación, algunos apuntes de los descubrimientos.