Pedagogía para el ojo ingenuo
Una obra colectiva inspirada en el interés de oyentes calificados y un docente que se debe a su público. Un par de herramientas para entender cómo se mueve el ojo ante tanto político de campaña.
Fotos: Pablo Gonzalez
Alguna vez en una columna en un programa de radio sugerí un ejercicio que sorprendió tanto más que otras propuestas que sí pensé iban a generar sorpresa. El interés de los oyentes devela la forma y profundidad de la verdadera grieta o brecha que separa a los comunicadores de los comunicados. En aquel momento decía que traía un tema interesante que tenía que ver con la campaña. Sí, con la campaña electoral, pero con ninguna en particular. Mas bien con todas.
Como por entonces, ahora también sugiero un trabajo práctico. Pero me atrevo a decir que es algo más complejo que el de aquella columna radial, porque confío en ese público lector que puede volver a leer y mirar las consignas.
Empecemos con un poquito de teoría, mínima, vital y móvil.
El canal de comunicación impone necesariamente un código y una forma de rearmar el significado. Este punto es de una importancia medular y vuelve imprescindible, para poder llevar adelante el trabajo práctico, diferenciar dos tipos de observadores: los condicionados y los no condicionados o naturales. Los primeros son aquellos que tienen una motivación particular con respecto a la realidad que observan y los segundos son los otros, los que no la tienen.
En este marco, además, debiéramos separar en relación semejante a los convencidos de los indecisos, ya que son formas parecidas de un mismo fenómeno. El convencido es desde ya un observador condicionado, porque tiene una posición tomada sobre lo que vive y lo que entiende, como ser una persona de fe. Alguna vez escuche que la ideología es el punto atrás del cual estamos ciegos.
Los indecisos son aquellos a los que las campañas -que mueven intereses, voluntades y al final votos- deben dirigirse con mayor eficacia. Los convencidos seguramente ya sabían a quién iban votar en las Paso y posiblemente ya tengan decidido a quien va a dar su voto en octubre. Por esto que las campañas electorales dividen su estrategia entre el conocimiento del candidato, su posicionamiento y persuasión. Dependiendo de los presupuestos, se aplica la primera, la primera y la segunda o las tres de corridito.
Por si la premisa no está siendo clara, aclaro: estoy hablando de la imagen en la campaña. De aquí en más por la fecha en la que nos encontramos, sobre la campaña de persuasión para indecisos.
Para aproximarnos al trabajo práctico, les pido que traten de recordar qué imágenes de campañas vieron en diarios, revistas y vía pública. Ustedes saben que hay nuevas leyes que rigen los espacios de televisión y radio donde se distribuyen los partidos políticos. De este modo, los partidos más chicos también acceden. Lo bueno de esto es que van a estar más o menos parejos, pero esta condición de semejanza no se va a dar en la vía pública, en las redes sociales y en las pintadas de paredes.
Para completar el ejercicio entonces hace falta considerar algunas premisas inevitables. A saber:
- La falsa ilusión de libertad en las democracias occidentales o capitalistas tienen que ver justamente con esto: a la hora de mover la decisión para un lado o para otro, las opiniones están sujetas a capacidad de vender o no vender un candidato, de hacer que lo recuerdes o no lo recuerdes, que pese o no en tu memoria.
- La imagen como estrategia de venta no es algo que le quepa sólo a los políticos. Lo venimos padeciendo con todos los productos; compramos cosas porque sí. Esa cosa de la venta del producto, de la instalación de la idea, que vos desees lo que yo quiero que vos desees, es el fruto de una serie de medidas y acciones que apuntan a una necesidad: que consumas tal cosa.
- Pues mis queridos, lo mismo pasa con los candidatos. Votamos por lo que vemos y pensamos aquello que tiene que ver con lo que podemos dilucidar de lo que recibimos como información.
- Vale la pena aclarar que estas inversiones publicitarias, terminan siendo inversiones que recibirán una amortización. No olvidemos que consideramos a estas democracias como sostenidas por un poder político que al fin y al cabo facilitaría la posibilidad de negocios entre privados una vez instalados en el poder.
Ahora vayamos a la fotografía, a la ejecución del trabajo práctico:
Supongamos que usted no es un observador condicionado (pero si lo fuera, verá que igual se cumple el presagio). Veamos los aspectos de color de esa imagen de campaña que recuerda.
Hay una variable que se llama delta cromático y supone la diferencia que hay entre los colores que componen cada uno de los afiches o piezas de información visual. Y la diferencia entre cual y cual compone una pieza gráfica.
Un circulo cromático está compuesto por seis colores y todos sus intermedios, que son infinitos, y podríamos encontrar a 120 grados al verde, azul y rojo y sus opuestos, el amarillo, el magenta y el cian. Estos seis colores pueden marcar una diferencia entre los colores que compone de 30, 60, 90 o 120 grados dependiendo de la cantidad de colores que estén involucrados.
Lo curioso con las imágenes trabajadas para las PASO es que suelen tener un ángulo generalmente chico, muy chico, rara vez superior a los 180 grados, porque generalmente rondan los 120 o 150 grados. Esto significa que haya poca diferencia de color y eso tiene que ver justamente con los movimientos que hay que generar para observar la foto, que tienen que ser pocos. Ante una lluvia de candidatos, es bueno que el observador pueda quedarse mucho tiempo mirando la misma imagen.
El recurso que se suma al delta tiene que ver con lo que vamos a llamar media cromática, que es el color del medio de ese ángulo. La media cromática tiene que coincidir con lo que ese grupo político pretende. Esto se va a parecer mucho a lo que llamaríamos color dominante, el color que sobrepasa del resto.
A partir de ahí, la última variable sería la distribución porcentual de superficie, cuánto ocupa uno y otro. Van a encontrar que en la mayoría de los partidos los fondos tienden a colores fríos, cercanos a los azules, celeste y cianóticos. Y abunda la superficie de piel. Justo el azul y el cian son los opuestos al rojo y el amarillo. Este contraste despega a los sujetos, a la vez que consigue que uno se quede mucho tiempo observando. Con los grises pasa lo mismo.
Ahora tómense el trabajo de medir qué pasa con la ubicación de los afiches y van a ver qué distintos son los afiches del centro, de las avenidas y de las rutas de acceso y egreso a la ciudad. Fíjense qué características de color tienen las pintadas en los paredones de la periferia y del centro. Cotejen también que el mínimo espacio para los grupos minoritarios coincide con la lógica de mercado que sostienen los partidos que hoy nos gobiernan.
Hagan la prueba. Puede que lleguen a la conclusión de que la ilusión de la libertad también puede ser estudiada y por ende sometida a esta duda de si en verdad somos libres.